27 October 2012

A Dios.


El profeta se paró frente al pueblo y levantó la voz. La gente estaba confundida. Incluso cuando sus oídos se habían acostumbrado ya a escuchar, lo que creían era, la voz de Dios.

Vez tras vez, venían videntes y oráculos: aplaudían su fe, elogiaban sus obras. 
El pueblo marchaba tranquilo. Se presentaba a la sinagoga regularmente, visitaba los lugares sagrados y presentaba ofrendas. 
Los sacerdotes estaban contentos, el templo se mantenía lujoso y próspero. 
Ahí, donde sus padres habían adorado, la gente pasaba tiempo de esparcimiento y recreación. 
Ahí, donde sus antepasados entregaron sus vidas a Dios, el pueblo se regocijaba en la superficialidad de su fe. 
No pasaba nada. Todos, los levitas y el resto, estaban conformes. 

Pero entonces Amós se levantó de entre el pueblo y alzó la voz: "Así dice el Señor a la casa de Israel: "Buscadme, y viviréis. Pero no busquéis a Betel, ni vayáis a Gilgal, ni paséis a Beerseba; porque ciertamente Gilgal será llevada cautiva, y Betel caerá en desgracia."



El pueblo escuchó, pero no todos comprendieron.

Lo que el profeta Amós dijo al pueblo de Israel pudo haber parecido una contradicción para muchos. Bet-El, todos sabían, era la Casa de Dios, allí construyó Abraham su primer altar a Dios cuando llegó a Canaán. 

Guilgal, la base santa desde donde el Señor entregó a Josúe y su pueblo incontables victorias y la tierra prometida; donde Samuel, el gran profeta, ofrecía sacrificios a Dios año tras año.
Beerseba, hogar de Abraham e Isaac, los patriarcas. Beerseba, donde Jacob, el padre, edificó altar a Jehová.

Este hombre hablaba insensatez, esos habían sido desde siempre nuestros sitios santos. No busquen los lugares sagrados, busquen al Dios cuya presencia consagra cualquier lugar. 


¿Cuántas personas necesitan escuchar hoy el mensaje de Amós? ¿Cuántos creyentes van a Bet-el, a Guilgal y a Beerseba creyendo encontrar allí a Dios? 
Muchas iglesias siguen levantando altares y presentando ofrendas en programas, liturgias, modos y formas que Dios abandonó hace tiempo. Muchos adoran lo que Dios hizo antes y no escuchan lo que Él está haciendo ahora.
Nadie pregunta si alguna vez Dios estuvo en tus eventos, tus canciones, tus servicios y tus oraciones. Quizá Dios estuvo incluso en tu alcoba, encontrándose contigo. La única pregunta que importa ahora es: ¿Él sigue ahí?

No busques a Bet-el, Guilgal o Beerseba, busca a Dios. Vivir en un pasado que fue poderoso es renunciar al presente glorioso que Dios tiene para nosotros.


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