07 April 2011

Llorar Amargamente



Anduvo con Jesús desde el principio. Pedro fue uno de los primeros y más audaces discípulos. Antes de que Jesús ganara fama, pasaba junto a la barca de Pedro y le gritó: Deja todo y sígueme. Pedro no dudó, y salió corriendo tras el Mesías. Estuvo con Jesús desde entonces y hasta la muerte, donde los romanos lo condenaron a la crucifixión, igual que a su Maestro, pero Pedro reconoció no ser digno de morir en la misma forma que Jesús había muerto, así que pidió ser crucificado de cabeza. Sin duda un gran hombre, y piedra fundamental en la construcción del cristianismo. Pero hay algunas cosas que quizá no sabes de Pedro, tal vez es mucho más parecido a ti de lo que imaginas, acaso tú también puedes convertirte en un grande de la fe.

La atmosfera se sentía bastante extraña desde hace ya algunos días. Jesús hablaba de manera cada vez más frecuente acerca de su muerte, y de la manera en que uno de sus doce lo traicionaría. Todos palpaban el aire de nerviosismo y desconfianza, pero nadie se atrevía a decir o hacer algo al respecto. Era Pascua, y Jesús convocó a una cena, que pronto descubrirían sería la última. Ya estando todos a la mesa, fue el Cristo quien rompió el silencio: “¡Cuánto he deseado comer con ustedes antes que padezca! Porque os digo que no la comeré más, hasta que se cumpla el Reino de Dios.” Y tomó el pan, lo partió y les dio diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí. De Igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama. Mas he aquí, la mano del que me entrega está conmigo en esta mesa.

Fue entonces cuando algunos discípulos no soportaron más, lágrimas comenzaban a correr por sus mejillas por solo pensar que ahí, entre ellos, había un traidor. Pedro era el más consternado, no podía sacar de su mente aquel día en que, dejando todo, siguió a Jesús. O aquella ocasión en que el Mesías se les acercó, caminando sobre el mar, y él se atrevió a correr hacia Jesús, caminando también sobre las aguas. No podía dejar de pensar los buenos ratos que pasaron bromeando con Jesús, y viéndole sanar y liberar a tanta gente. En su pecho ardía un fuego tremendo, y no podía tolerar la situación, se levantó y le dijo a Jesús: Señor, dispuesto estoy a ir contigo no sólo a la cárcel, sino también a la muerte.
Jesús sonrió, y le contestó: Pedro, te digo que el gallo no cantará hoy antes de que tú niegues tres veces que me conoces.
Pedro recibió un golpe durísimo y no tuvo fuerza para responder, se quedó ahí de pie, en silencio.

Esa noche, más tarde, soldados romanos llegaron a buscar a Jesús… todos sus discípulos le abandonaron, llenos de miedo. Llevaron al Mesías a casa del sumo sacerdote y ahí le acusaban, golpeaban y escupían. Pedro fue el único discípulo, amigo, de Jesús que le siguió, y estaba presente. Entonces, una criada le vio sentado al fuego y se fijó en él, y dijo: “Este también estaba con él. “ Pedro respondió: Mujer, yo no le conozco. Un poco después, viéndole otro, dijo: “Tú también eres de ellos” Pedro dijo: Hombre, no lo soy. Como una hora más tarde, otro afirmaba: Verdaderamente también éste estaba con Jesús, porque es galileo. Y Pedro dijo: Hombre, no sé lo que dices.

Y en seguida, mientras él todavía hablaba, el gallo cantó. Entonces, Pedro volteó hacia Jesús, y sus miradas se cruzaron. El rostro de Jesús, bañado en sangre, sonrió. Pedro escuchó en su mente de nuevo: antes que el gallo cante, me negarás tres veces. Sus rodillas se desvanecieron, y cayendo al suelo, lloró amargamente.

Este Pedro, el que negó a Jesús tres veces, es el mismo Pedro que predicó por primera vez el evangelio de Cristo afuera de la sinagoga en Jerusalén. Es el mismo Pedro cuya sombra sanaba enfermos. Es el mismo Pedro que pidió ser crucificado pies arriba, por amor a Jesús. ¿Cómo cambió tanto entonces? Creo que la respuesta está en llorar amargamente.

Muchas personas tienen encuentros poderosos con Jesús, muchos ven un milagro, muchos sienten la presencia de Dios, muchos tienen otras mil razones, pero algunos otros, lloramos amargamente.
Verás, no solo Pedro negó a Jesús. No sé qué idea tengas de mí, pero no siempre he sido el mismo. Cuando llegué a vivir a Mérida, entré a una escuela católica para estudiar sexto de primaria. Venía de una ciudad diferente, obviamente no tenía amigos aun, y era muy difícil para mí incorporarme a la vida en general. En mi salón, éramos tan solo cinco personas, pero las otras cuatro eran profundos católicos, y en una ocasión fuimos a llevar ayuda a un centro de rehabilitación, también católico. El sacerdote encargado nos dio un recorrido por el lugar, y la última sala que visitamos fue la capilla. Entonces, entramos y estaba ahí una gran escultura de la Virgen de Guadalupe, adornada con un sinfín de parafernalia. Naturalmente, mis cuatro compañeros, mi maestra, y el sacerdote, se persignaron. Las miradas voltearon unánimes hacia mí, y yo, que para entonces ya entendía de lo que esto se trataba, en vez de mantenerme firme en mis convicciones, me dejé llevar por la presión que esos diez ojos me infundían. Levanté el brazo, hice los movimientos correspondientes, y besé mi puño. Las miradas quedaron satisfechas, y voltearon. Pero entonces yo me quedé ahí, como Pedro se quedó después de escuchar a Jesús. Ese día lloré amargamente. Ese día negué a Jesús. Ese día me encontré con él, y a partir de entonces, no le he negado y no lo haré jamás.

Ni Pedro ni Pablo ni Tomás, ninguno de ellos era un hombre perfecto, tampoco lo soy yo, y seguramente tampoco lo eres tú. Pero eso en nada te impide empezar a hacer lo correcto. Tal vez has negado a Jesús y eso está matándote, pero también Pedro lo hizo y llegó a ser lo que ahora es. También yo lo hice, y estoy aquí diciéndote que nada se ha perdido del todo. Si es necesario, llora amargamente, pero no te quedes ahí, ¡comienza a vivir para llegar a ser lo que Dios ha soñado contigo!

4 comments:

  1. ay amigo tu eres el mejor pastor que podría tener

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  2. esta me gustó mucho, muchísimo!

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  3. por casualidad di a esta pagina y tal parece que ha dado en el clavo y me ha dado la respuesta.

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  4. Excelente sus reflexiones, saludos!!!...

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