10 December 2011

Babel




Algunos años después del Gran Diluvio, donde solo Noé y su familia habían hecho lo necesario para sobrevivir, la tierra tenía una única lengua y unas mismas palabras. Y aconteció que el pueblo cuando salió de oriente, y hallaron una llanura en la tierra de Sinar, y se establecieron allí.

Sinar parecía un lugar tranquilo y seguro. Sin duda, un lugar para asentarse y permanecer. Entonces se dijeron unos a otros: “Vamos, hagamos ladrillo y cozámoslo con fuego.” Y les sirvió el ladrillo en lugar de piedra, y el asfalto en lugar de mezcla.

En la llanura de Sinar, lejos de Oriente, todo se apreciaba posible. Por tanto, con seguridad, la gente dijo entre sí: “Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra.”

Fue entonces, en la suprema tranquilidad y comodidad que Sinar ofrecía, que descendió Jah para ver la ciudad y la torre que edificaban los hijos de los hombres. Tras ver la ciudad y la actitud de los suyos, se dijo: “He aquí el pueblo es uno, y todos éstos tienen un solo lenguaje; y han comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer. Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero.”

Así los esparció Jehová desde allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de edificar la ciudad. Por esto fue llamado el nombre de ella Babel, porque allí confundió Dios el lenguaje de toda la tierra.


Babel es, quizá, una de las historias más conocidas del Libro Sagrado; Pero es mucho más que una torre o un film de González Iñárritu. Babel es el ejemplo perfecto para actitudes muy comunes en muchos de nosotros. Verás, no hace falta demasiada astucia para notar el trasfondo de Babel y su torre.

Primero, los hijos de Noé salieron de Oriente, de donde viene la gloria de Dios, según el profeta Ezequiel (Ezequiel 43:2). Después hallaron una llanura en Sinar, sabiendo bien que los altares a El Justo se edifican en montes. Más tarde, se hicieron ladrillo y asfalto, sustituyendo con esto las piedras y la mezcla. Por último, decidieron edificarse una ciudad y una torre, para llegar al cielo.

Las acciones del pueblo revelan completa rebeldía e insurrección. Los hijos de Noé dieron la espalda a Dios, salieron de Oriente, abandonando con esto la gloria de Dios. Decidieron establecerse en las llanuras, lejos de la altura de la presencia de Jah. De igual forma, produjeron ladrillo y asfalto, para desechar el material natural de construcción. Después, se consideraron capaces de llegar al cielo, por sí mismos.

Podríamos decir, sin lugar a erratas, que el pueblo se alejaba de Dios voluntariamente, confiando en sus propias capacidades, desechando la presencia y la gloria de Jah, despreciando los recursos que Él ofrece y fabricándose sus propios materiales, y pretendiendo hacer aquello que solo Dios puede hacer.

Podríamos decir también, que Babel tuvo lugar mucho tiempo atrás, pero en esto sí nos equivocamos: Babel está aquí, entre nosotros, cada día. Cuántas veces, nosotros, le damos la espalda a Dios, cuántas sustituimos sus consejos por nuestras propias opiniones, cuántas nos asumimos capaces de aquello que le corresponde.

Todo el mundo se hace ladrillos de sabiduría humana para sustituir las piedras de Dios. Todo el tiempo nos alejamos del monte de su presencia, para hundirnos en las llanuras más profundas del sentido común de nuestras amistades. ¿Qué es eso con lo que tú sustituyes a Dios? ¿Qué ladrillos te has hecho para no tener que obedecer? ¿A qué llanura has huido para no hacer lo correcto? ¿A qué aspiras confiando en ser autosuficiente e independiente de Jah?

No te engañes. Su gloria en Oriente, su presencia en el monte y sus piedras son la única vía correcta para que nuestra torre tenga cúspide en el cielo. Mientras sigas intentando en tus fuerzas, con tus recursos y lejos de Dios, serás confundido, vivirás en Babel: lejos, muy lejos del cielo.

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