06 July 2012


Tomó el tren con la plena certeza de que no importa qué tan inmenso sea el mundo, Dios es más grande.

No fueron pocas las ocasiones que las puertas parecían cerrarse.
Hubieron siempre en que la travesía se hizo sentir abrumadora.
Los gigantes no faltaron nunca, pero tampoco faltó su amor.

Su mano siempre estuvo en su hombro, impulsándole a seguir.
Su voz no dejó de susurrar a su oído las promesas eternas, que sin duda vendrían.
Su paz lo envolvió todo el tiempo, le abrazó.
Cuando las murallas infranqueables, su poder incontenible.
Si el camino intimidante, su palabra inspiradora.
Cuando la oscuridad desoladora, su amor vital.

Toda una vida oyó acerca de sus proezas.
Muchas veces incluso experimentó Su Favor.
Pero, así es Él, cautivador siempre, una y otra vez.
A la bendición de ayer se le sumaron las maravillas del presente.

Fue por esto que tomó el tren con la plena certeza de que no importa qué tan inmenso sea el mundo, Dios es más grande.

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